Si queremos distinguir claramente entre lo que es ciencia y lo que no lo es, tenemos que comenzar estableciendo unos criterios delimitativos los cuales se dan no por un mandato extrahistorico, sino por la comunidad científica que, a lo largo de la historia, ha ido estableciendo esta diferencia por el llamado consensus. Estos criterios consensuados no han permanecido fijos a lo largo de la historia, sino que han ido evolucionando o cambiando conforme iba cambiando el enfoque mental de los propios científicos y también de acuerdo a como iban confluyendo con las reflexiones que hacían los filósofos acerca de su cientificidad.
A lo largo del desarrollo histórico de la filosofía de la ciencia han tenido lugar multitud de intentos de desarrollar un criterio de demarcación sólido entre la ciencia y la no-ciencia (Nickles, 2013).
El primer intento fue el verificacionista, que entendía la ciencia como un «marco lingüístico» basado en la manipulación de símbolos plenamente significativos (Carnap, 1935; 1937; Neurath, 1931). Una idea que, además de presentar problemas filosóficos y prácticos notables, ha recibido refutación empírica (Varley, 2002)
Otro intento fue el de comprender la ciencia como un método (Gower, 1997; Nola, 2007), calificando como «científico» aquello que lo emplee en la producción de teorías acerca del mundo. Aquí se sitúan los intentos falsacionista, las teorizaciones acerca del método hipotético-deductivo, el falsacionismo ingenuo y, con muchos matices, también el sofisticado.
Sin embargo, ninguno de estos intentos ha conseguido explicar la totalidad de la metodología científica, e incluso alguno de ellos, como el falsacionismo popperiano, ha recibido críticas al no corresponderse con una descripción adecuada de la ciencia (Hansson, 2006).
Ante esta situación de insatisfacción se ha llegado a negar la posibilidad de unificar los métodos que calificamos como «científicos», relativizando la idea desde diversos enfoques (Kuhn, 1962; Feyerabend, 1989).
Hoy en día, sin embargo, existe consenso respecto a la existencia de un pluralismo metodológico dentro de la ciencia (Bell y Newby, 1977, Kellert, Longino y Waters, 2006), aunque no existe consenso respecto a qué rasgos unifican a todos estos métodos. Todo ello ha evidenciado al camino metodológico como estéril en relación al establecimiento de un criterio de demarcación.
Estos criterios de demarcación que han venido caracterizando al conocimiento científico son:
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